Un equipo de investigadores ha descubierto que una proteína que  transporta sodio, potasio y cloro, puede dar pistas sobre cómo el  glioblastoma -el tipo más común y letal de cáncer cerebral- se  desarrolla e invade el tejido cerebral cercano. Los resultados del  estudio, publicados en PLoS Biology, también sugieren que un  fármaco de bajo coste ya existente en el mercado podría frenar el  crecimiento de las células del glioblastoma.    "El mayor reto en el cáncer de cerebro es controlar la migración de las  células cancerosas", afirma el coordinador del estudio, Alfredo  Quiñones-Hinojosa, profesor asociado de Neurocirugía y Oncología en la  Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, quien apunta que "si  logramos controlar estas células antes de que lleguen a otras partes del  cerebro, podríamos hacer que los tumores malignos fueran más manejables  y mejorar, así, la esperanza y la calidad de vida de los enfermos. Este  nuevo descubrimiento nos acerca a una cura".    El glioblastoma, que se diagnostica en, aproximadamente, 10.000  estadounidenses cada año, es tan agresivo que el promedio de vida  después del diagnóstico es de tan sólo 15 meses. El cáncer se extiende  por el tejido cerebral sano de manera rápida, haciendo que las curas  quirúrgicas sean prácticamente imposibles.    En la búsqueda de maneras de prevenir o limitar la propagación, los  investigadores se centraron en una proteína llamada NKCC1,  que se  encuentra en las células tumorales humanas, y también en las células  tumorales inyectadas en ratones. La proteína NKCC1 transporta sodio,  potasio y cloro, y regula el volumen celular.  La proteína de la movilidad    El equipo de Quiñones-Hinojosa observó que las células con más NKCC1  parecen moverse más, ya que la proteína facilita que las células  tumorales se propulsen a través del tejido. Cuanta más cantidad de esta  proteína se encuentra en la célula tumoral, más rápido se mueven las  células del glioblastoma. Por el contrario, cuando NKCC1 se encontraba  ausente, las células se adherían a las células circundantes. Esta mayor  adherencia mantiene a las células ancladas en  un mismo lugar, limitando  la migración.    En los experimentos, los investigadores bloquearon la proteína, frenando  así la migración de las células tumorales. Menos movilidad, según  afirma Quiñones-Hinojosa, significa menos invasión del tejido  circundante.    Para bloquear el canal de la proteína, el equipo utilizó la bumetanida  diurética, una píldora utilizada rutinariamente para reducir la  retención de líquidos. El fármaco bloqueó el transportador de NKCC1, y  desaceleró el movimiento de las células.    Los investigadores también observaron que cuanto menor es la cantidad de  proteína presente en las células, menos agresivo es el tumor, lo que  sugiere que NKCC1 no sólo contribuye a la proliferación de los tumores,  sino que también sirve como un marcador potencial para el diagnóstico.   PLoS Biology (2012); doi:10.1371/journal.pbio.1001320 |