Nutrición: Reducir la ingesta de sal podría salvar millones de vidas

La reducción de la sal en la dieta podría salvar millones de vidas cada año en todo el mundo al disminuirse considerablemente los riesgos de enfermedades cardíacas y los accidentes cardiovasculares, según ha comentado el Prof. Francesco Cappuccio, cuya ponencia en la reunión de alto nivel sobre enfermedades no transmisibles de Naciones Unidas, que se celebrará en septiembre, versará sobre este asunto.

La investigación de Cappuccio, publicada en el British Medical Journal, ha demostrado que una reducción de 3 gramos de sal al día podría evitar hasta 8.000 muertes por ictus y hasta 12.000 muertes por cardiopatía isquémica al año en el Reino Unido.

Una reducción de sal similar en Estados Unidos se traduciría en 120.000 casos menos de cardiopatía isquémica, unos 66.000 ictus menos y 99.000 infartos de miocardio menos cada año. Con ello, también se podrían ahorrar hasta 24.000 millones de dólares anuales en gastos de atención de salud.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido un objetivo mundial para reducir 5 gramos la ingesta de sal en la dieta por persona para el año 2025. Sin embargo, la ingesta de sal en muchos países es actualmente muy superior a esta cantidad. De hecho, la ingesta diaria promedio en el Reino Unido llega actualmente casi a los 9 gramos. No obstante, según los expertos, la pregunta no es si se debe reducir la ingesta de sal, sino cómo hacerlo de manera efectiva.

El Prof. Cappuccio y los coautores del estudio aseguran que el cambio de comportamiento personal y la elección libre de cada individuo no es una opción efectiva y realista, puesto que la mayoría de la sal se añade a los alimentos antes de su venta y la incorporación comercial de la sal a los alimentos se está convirtiendo en una tendencia global.

Según estos expertos, se hace necesario un enfoque de cuatro vertientes para llevar a cabo una política integral. En primer lugar, habría que establecer campañas de sensibilización pública, así como la posterior evaluación de las mismas. Por otra parte, consideran necesaria una reformulación para establecer objetivos progresivos de reducción de la sal en los alimentos procesados ya existentes y colaborar con la industria de alimentos en el establecimiento de normas para los alimentos nuevos. Otra de las estrategias sería la monitorización del proceso a través de una topografía de la ingesta de sal de la población, así como del progreso de la reformulación y la eficacia de las campañas. Por último, aseguran que sería necesario establecer un compromiso con la industria, que incluyera regulación, para crear igualdad de condiciones a fin de no crear desventajas a las empresas.

Para Cappuccio, “debe ser reconocida la gran responsabilidad de los fabricantes de alimentos en la contribución a disminuir la epidemia de enfermedades cardiovasculares”. “La colaboración del mercado, la industria, la sociedad, los gobiernos y de todos los que se necesitan para desempeñar este proyecto es fundamental. Sin embargo, la negación y la dilación serán costosas en términos de enfermedades evitables y de gastos “, concluye.



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